sábado, 31 de marzo de 2007

Lluvia

Casi siempre llevo paraguas, es una de mis muchas manías, llevar cien mil cosas que no necesito nunca; pero un día me da por cambiar de bolso, se me olvida el paraguas en casa y llueve. Murphy siempre anda cerca cuando menos te lo esperas.

Y ya no me acordaba del sabor la lluvia cuando entra sin querer entre los labios, no me acordaba que cada gota es un pedacito de cielo que resbala por la mejilla dulcemente, como si no quisiera terminar de caer nunca, tratando de quedarse plasmada en la piel dejando una huella que te recuerda por donde ha pasado.

Ese olor a húmedo que queda en la tierra me lleva de nuevo a los días de verano, cuando un chaparrón te sorprendía en medio de la piscina, te hacían salir de ella y sólo te quedaba correr para resguardarte en algún lugar cubierto, ponerte una sudadera calentita, cambiarte de zapatillas y calcetines y seguir hablando de todo y de nada.

Hacía mucho tiempo que no disfrutaba de la lluvia, me escondía de ella como si me fuera a arrancar a jirones la piel; pero ayer fue diferente, iba andando deprisa y frené, comencé a caminar con calma, dejando que el agua impregnara mi ropa, mi pelo, pisando los charcos como cuando tenía seis años, saltando y bailando al ritmo de mi mp3, jugando con las llaves del portal y viendo un cielo nublado que se despeja poco a poco.

Antes nunca llevaba paraguas, no me preocupaba mojarme.

Al fin y al cabo sólo es agua.

Y además se seca rápido.

2 comentarios:

Blue Devil's dijo...

Vivimos tan inmersos en un mundo prefabricado, que amenudo olvidamos disfrutar de las pequeñas cosas que tiene la vida, como cuando éramos niños. Y nos sorprendemos cuando nos coge de improviso, indefensos... y nos recuerda tiempos en que no teníamos tanta prisa.

Gambutrol dijo...

Lo que tengo que probar es en el jardín de mi casa, buscar un rincón donde no me vea nadie y cuando llueva tumbarme DESNUDO en el césped. Hace tiempo que quiero probarlo, pero siempre hay alguien en mi casa.