Haber trabajado dos años en una pastelería te deja secuelas.
Cada vez que entro en una tengo flashbacks y siento la necesidad de analizar todos y cada uno de los productos que hay en el mostrador, diferenciar el pan por clases (baguette, chapata, integral, cebolla, cereales, pulguitas...), saber si tienen tarta de queso y frambuesa, decirle a todos los que me acompañan cuáles son los bollos del día y cuáles no (esas cosas se ven), preguntar si tienen palmeras de chocolate blanco...
Pero lo que más me queda es dar la gracias por todo, será la costumbre, estar vendiendo barras de pan, bollos y pasteles, bueno, más que nada estar de cara al público te hace sentir la necesidad de dar gusto al cliente, de agradecer cada paso que da y saludar y despedirte ochocientas veces por si no te han oido.
El problema viene cuando eso se te queda grabado a fuego, como una marca en el cerebro y ya no puedes parar, das las gracias si te sujetan la puerta del ascensor, das las gracias cuando te dan las vueltas en el autobús, das las gracias a las dependientas cuando te cambian la ropa por dinero (vamos, cuando la compras, que ni que te estuvieran haciendo un favor), incluso das las gracias cuando dices adiós, es un tándem, sale solo adiósgracias. La gente te pregunta porqué lo haces y tú sólo tienes una respuesta: noségraciasadiós.
Y hoy me ha vuelto a pasar, me he tenido que reir de mi misma (si si, risa...) cuando le he dado las gracias a mi vecina del primero por empujarme tratando de subir las escaleras y después por no decir ni adiós. Ha sido mi subconsciente el que ha hecho que ella lo oyera y soltara una risita de esas semi-silenciosas, sientes que ella se parte de risa sin poder evitarlo porque piensa que sus vecinos son tontos.
Que gusto da tener vecinos.
1 comentario:
Hola!
Eso de dar y recibir las gracias o decir y que te digan "perdón" o "disculpe" cuando se debe, es uno de los detalles que más echo de menos desde que regresé a España después de varios años fuera.
Eso, para muchos, resulta insignificante y anticuado. Yo creo que no, que tener en cuenta a la otra persona, extraña o no, es un síntoma de tener un mínimo de consideración e incluso de cultura.
Saludos!
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