tengan los senos como magnolias o como pasas de higo;
un cutis de durazno o de papel de lija.
Le doy una importancia igual a cero,
al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco
o con un aliento insecticida.
Soy perfectamente capaz de sorportarles
una nariz que sacaría el primer premio
en una exposición de zanahorias;
¡pero eso sí! -y en esto soy irreductible- no les perdono,
bajo ningún pretexto, que no sepan volar.
Oliverio Girondo
3 comentarios:
No me preguntes ni cómo ni por qué he acabado aquí, porque ni yo misma lo sé, pero he estado leyendo y me gusta mucho como escribes.
Un saludo.
Parece que no soy la única que me perdí por aquí.
Enhorabuena por tu blog,me gusto mucho.
Se no te importa te volveré a visitar.
Besos
Opino lo mismo, pero aplicado a los hombres. He conocido a unos cuantos con las alas tan mojadas que han sido incapaces de elevar el vuelo.
Besos
Publicar un comentario