miércoles, 3 de marzo de 2010

Y mañana llegó. Y lloré.
Lloré de 12 a 12, pero no estaba triste, au contraire, la alegría rebosaba mis cuencas, quería atrapar ese día, quedarme como una estatua en cada instante, guardarlos todos en mi piel.
Fue un día sencillo, pero quizás por eso me resultó tan especial, tuve tiempo para pasarlo con casi toda la gente que quiero, disfrutar de mi madre, mis abuelos, mis amigos, compartir con ellos un día que fue mas que un cumpleaños.
Es el fin de una etapa, lo sé, y no quiero que se acabe, porque estoy siendo tan feliz (en el conjunto de los días), que sé que nunca podré recuperarlo y menos aún revivirlo. Dentro de poco seremos licenciados y ya no será obligatorio encontrarnos y cada vez será más y más difícil, incluso puede que ni siquiera estemos en el mismo país, que no podamos compartir ni un simple café de los que nos han dado tantos y tantos ratos. Algunos quedarán para que sigamos recordando viejas anécdotas, visitando los mismos bares, compartiendo el humo de un cigarrillo o un día soleado, pero nunca será igual.
Quizás lloré por esto.
También por mi familia, que me han acompañado a cada paso, me han enseñado casi todo lo que sé y que gracias a ellos estoy hoy aquí. Nunca se rindieron, ni dejaron que yo lo hiciera.

No quería regalos pero, sin darse cuenta, todos y cada uno de ellos me los estaban dando.

4 comentarios:

Lola London dijo...

^_^Qué bonito.

Anónimo dijo...

Enhorabuena por la licenciatura :)

Recuerdo ese sentimiento de alegria y al mismo tiempo de incertidumbre.
Y siempre me viene esta canción asociado a este momento.

http://www.goear.com/listen/6d785c2/vertigo-ismael-serrano

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.