lunes, 31 de enero de 2011

Vinagre en las heridas

Últimamente llevo una vida de jubilada que me deja demasiado tiempo libre, el cual pierdo sin remedio aunque me joda reconocerlo. Sería ésta una oportunidad de aprender por mi cuenta, de crecer por dentro, de autoimponerme una rutina diferente a la marcada por las obligaciones comunes, hacer deporte, aprender a cocinar, escribir un libro... vamos, todas las cosas que uno tiene ganas de hacer cuando esta ocupado. Sin embargo mi realidad es bien distinta, me he acomodado, acostumbrándome a no mirar el reloj sino a seguir mis instintos primarios (tengo hambre, tengo sueño, tengo que ver la luz de la calle), a soportar el tedio con el cine, la música y alguna receta de cocina que nunca me sale bien (ya he dicho que quisiera aprender a cocinar, esto sólo es otro instinto: no morir de inanición).

Siempre soñamos con vacaciones permanentes, hasta que te las dan, es entonces cuando ves que el tiempo libre no tiene sentido cuando se trata de todo tu tiempo. La alegría de dormir hasta tarde, acostarse aún mas tarde y hacer lo que te de la realísima gana se acaba pronto. A mí se me acabó pronto.

Necesito estar ocupada, aprender, relacionarme con el mundo que me rodea, que unos y otros me cuenten, a ser posible con un café, cómo les va la vida.

Quiero saber que lo que hago merece la pena.

No sé, hoy ni siquiera sabía de qué escribir, sólo que quería hacerlo.

Quería olvidarme por unos minutos de ti, de que sigo cometiendo una y otra vez los mismos errores, olvidarme que tengo tantas palabras guardadas que creo que un día no cabrán en este saco que tengo por cerebro y volarán todas por nuestro salón, o con suerte por mi cuarto, esperando que atrapes alguna para quedártela. Sino, simplemente volarán, no muy lejos, dejándose caer.

No hay comentarios: