No había estrellas en el cielo, como casi siempre que miro.

El vacío se ha instalado conmigo y no sé cómo decirle que se vaya.
No hay forma de llenarlo, me persigue a todas partes y se pega a mi como una sombra, invadiendo el aire cada vez que doy un paso.
Inunda mi almohada, envuelve mis sábanas y cuando cierro los ojos, a ratos, es mi único compañero.
Allá donde voy, él viene también, y siempre preparo un café de más por si, como yo, se cansa de no dormir.
Me hace olvidar el sabor de tu risa, el calor del sol, el tacto de tu piel y me llena de silencio, de tristeza.

Me conoce bien.

Espero que deje de hacerlo.