Una vez estuve en equilibrio, con los dos pies sobre una misma cuerda, descalza, andando despacio, observando lo que había a mi alrededor. Una vez todo parecía girar en el sentido correcto, el que quiera que fuese. Y aunque lloviera, siempre llevaba mis gafas de sol, por si las moscas. Incluso en los días grises, sabía que podría hacer un alto en el camino y escuchar una buena canción.
Hoy tengo miedo, me agarro a la cuerda con las manos, aunque esté a ras de suelo. Hoy (como tantas otras veces), todo gira, pero no encuentro el sentido, todo da vueltas y termino en la línea de salida, que nunca es igual que cuando partí.
2 comentarios:
Te entiendo tanto, yo hace un año estaba en equilibrio, pero en un mes caí, ahora intento volverme a montar. Sólo hay que mirar con los ojos adecuados, y entender que todo pasa por algo.
UN besito
Que la línea de salida no sea igual que cuando partiste. Yo me quedo con eso.
Las diferencias cuando son grandes todo el mundo puede verlas, sin embargo, cuando son sutiles...
Cordera.
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