martes, 26 de octubre de 2010

Platicando

"Él me robó"
Así pasan las horas de retraso que lleva nuestro autobús.

Me recuerda a mi abuela, tejiendo en cualquier lugar, para matar el tiempo y contándome cómo ha sido su vida, lejos de su infancia, dibujando un nuevo hogar en otra ciudad durante 36 años, añorando la época en los que los bailes y la piel aún eran amigables.

Me habla de su pasado con una sonrisa, también sonríe al pensar su futuro, sin grandes deseos, sólo sueños sencillos que la lleven un poco a esa niñez que suena tan feliz.

Creo que ve en mí a su hija, ésa que hace diez años los dejó para empezar una nueva vida lejos de su tierra, y me dice que tenga cuidado, que el mundo acaba comiéndonos a pesar de nuestros grandes bocados de juventud.

Ella quiere el sol perenne de esta ciudad, pero aún tiene tarea, ha de criar al nieto que le cayó del cielo y que se convirtió en su hijo cuando su chamaca partió, olvidando que el tiempo pasa y que nunca podrá recuperarlo desde tan lejos. Un niño que ya tiene 11 años, que apenas conoce a una madre que le pegaría más si se vieran más amenudo.

Hablamos todo el trayecto. Me dice, entre otras cosas, que me cuide de los hombres que miran desde arriba pues ella no tuvo tanta suerte, tan sólo tras dos meses de novios tuvo que casarse y "fue jalada" de su vida, llevada a otra ciudad que ha terminado por asustarla.

Hoy regresa por su familia, porque necesita estar cerca en los momentos difíciles. Mañana volverá a la que se ha convertido, a la fuerza, en su casa.

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