Llegué sólo para desayunar, pero jamás tuve una mañana mejor.
Empecé a celebrar las vacaciones de navidad en playas increíbles perdidas entre lagunas y montes, disfrutando de la calma de vivir sin reloj mientras el sol y el mar hacían imposible pensar que ya era diciembre.
Nunca imaginé paisajes como aquellos.
En buena compañía descubrí pedazos de un mundo remoto donde el tiempo gira en torno al sol, donde las hamacas y las olas mecían mis pensamientos, angustias y deseos haciéndolos más ligeros.
Me enamoré de ti un poquito más, también te odié a ratos.
A la vuelta del paraíso, hacer la maleta y alguna despedida. Sabía que te iba a echar de menos.
Por fin en el avión creí que podría celebrar una nochebuena como tantas, aunque ésta venía con más ganas ya que tras cuatro meses los achuchones son más fuertes. No pudo ser. El frío y la falta de previsión de la compañía aérea hicieron de un día que hubiera sido sonrisas, algo triste y lejano.
Después de una noche de dormir en una esterilla en la terminal del aeropuerto y otra de tren-cama amanecí en Madrid. Mi familia me esperaba y con ellos celebré la vuelta a casa por navidad (nunca mejor dicho) con un chocolate con churros y muchos muchos besos que hicieron que la angustia se esfumara en un segundo, con el desayuno más feliz desde hacía mucho tiempo.
Me siento rara acostumbrándome otra vez a Madrid, pero ver las caras de la gente que más quiero hace que todos los malos ratos se hagan minúsculos, como si apenas hubieran existido.
Ponerme al día entre cafés, paseos, tortitas y algunas horas que no parecen suficientes porque no puedo congelar el tiempo.
Disfrutar del frío que te hiela las entrañas y te hace sentir viva.
Dormir en mi cama.
Beber agua del grifo.
Los enchufes redondos.
El metro. Los autobuses.
El acento.
Las bromas estúpidas.
El jamón, el queso, la ración de oreja.
La ropa de abrigo.
El sol que engaña.
Los edificios.
Mis cosas.
Mi gente.
Los momentos que cuentan más.
Y ahora que estoy tan lejos de mi otro hogar también lo echo de menos, te echo de menos, porque me he acostumbrado a ti, a despertarme sabiendo que estás al otro lado, a esperar que la música suene, a reírme de tu cara mañanera y de tus pelos nocturnos, a ver tu barba cada día, a preparar palomitas y compartir chokis, a matar el tiempo juntos.
"Quiero saber si aún te quedan motivos para aguantarme otro par de días..."
Tendré que armarme de paciencia y esperar al año que viene para averiguarlo.
Mientras tanto sólo quiero estar aquí y seguir disfrutando un poquito más del cariño que tanta falta me ha hecho.
2 comentarios:
un abrazo, me alegra que estés disfrutando tu regreso "temporal" a Madrid...
¿Has vuelto?
Un besote y Felices FIestas :D
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