martes, 22 de marzo de 2011

Cuidado con lo que deseas...

Uniendo casualidades descubres que las palabras tienen un motivo.

Te das cuenta con el tiempo, cuando conoces más a la gente o sin querer descubres cosas nuevas de ellos.

Las palabras no surgen porque sí, detrás de ellas hay una razón, algo que las mueve en una u otra dirección. Parecen aleatorias, creadas en ese momento, pero en realidad han nacido mucho antes de que lo supiéramos, se gestaron en un pasado en que lo que nos rodea nos condicionó para escupirlas con más o menos fuerza, ocultando a veces la alegría de lo que está por suceder, la pena que esperamos que no nos invada.

Jugamos con la ventaja de conocernos a nosotros mismos y con la incertidumbre de las motivaciones ajenas. Tratamos de deshacer el enjambre que atrapa las razones buscando evitar la angustia de no saber, creyendo que si conocemos suficiente al adversario la guerra será más llevadera, pero hallar la respuesta no hace que la contienda sea más fácil, sólo alarga una batalla perdida en la que no puedes descubrir tus fuentes porque serías demasiado vulnerable, y debes verte fuerte, imbatible, como si esa información adicional no contara.

Es entonces cuando te atormenta, no puedes olvidar lo que ya sabes y tampoco puedes jugar tus cartas con las manos atadas a la espalda.

Quisiste saberlo todo por si las noticias eran buenas.

Y no, no lo eran.

¿Entonces?

Supongo que
sólo queda
continuar.

1 comentario:

Miss Migas dijo...

Mejor saber si eran buenas o malas, no? Quedarse con la incertidumbre....mata!

Muá