lunes, 14 de marzo de 2011

Se me había olvidado el sabor de un vaso de leche, del tiempo, sola, recién servida. No sé por qué dejé de tomarlo, ni cuándo fue el último antes de éste, pero antes lo adoraba.

A veces no recuerdo las cosas que me gustan, aunque es divertido redescubrirlas, como si fueran nuevas por segunda vez. Cuando me doy cuenta vuelvo a otros momentos en que disfruté de ellas y trato de mantener esa sensación de entonces, sumarla a lo vivido y darle un sentido distinto.

El vaso de leche del tiempo ya no será nunca más ese que me traía mi madre por las noches, ha crecido conmigo, con los años, con la experiencia y hoy es un momento de calma y reflexión, de resumen de un fin de semana agotador física y mentalmente, de falta de horas de sueño.

Olvido las cosas con frecuencia (es parte de mi caos), pero algunas veces las encuentro mientras buscaba otra cosa. Entonces me sucede algo extraño, olvido lo que buscaba y simplemente me alegro por lo que he encontrado.

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