Oigo una voz que se repite, ¿alguien se ha colado en mi cuarto? ¿me habla la almohada? presto más atención... "Son las ocho y diez, hora de levantarse" oh no, mierda, el maldito despertador, ¿a quién se le ha ocurrido que es buena idea que una voz robótica te despierte? no creo que estuviera muy bien de la cabeza el inventor, aunque seguro que le pareció una idea genial, me lo puedo imaginar sonriendo malvadamente mientras pensaba a cuánta gente iba a joder en sus futuros despertares.
Consigo tirar los pies al suelo para incorporarme y me voy a la ducha de cabeza para volver a parecer una persona, abro el grifo y me meto bajo el agua. Joder! no me he quitado el pijama... madrugar nunca fue bueno.
En mitad de la ducha aparentemente placentera noto como la temperatura cambia, giro los grifos y durante un par de minutos se me olvida completamente cuál es el de el agua caliente, pruebo los dos, abro, cierro, abro, cierro, abro, cierro, abro, cierro, ¡no funciona! Ducha de agua fría, otra vez.
Vaya mierda de día.
Salgo de saltar bajo el agua helada y cojo mi toalla, error, no he traido la toalla, en lugar de eso tengo una estupenda percha bajo mi pijama mojado.
Miro el reloj, las 9, perfecto, aun me queda media hora para salir de casa.
¿Dónde está mi cinturón?¿no me quedan calcetines limpios?¿y el peine? bah, hoy no me peino.
Por fin llega el momento dulce del día: café, tostadas, piti y música con la calma para coger aire antes de salir de casa. Tengo tiempo asi que a disfrutarlo. Me siento con el café recién hecho y ¡¡ya son las 9,30!! mierda!! llego tarde!! Engullo las tostadas, me atraganto con el café y dejo el piti a medias. Cepillo de dientes, zapatillas, bolso, llaves y a la calle!
Corro hacia el autobús (que me pilla un poco a tomar por culo), salto escaleras destartaladas, trepo por las cuestas, esquivo a un señor que pone un cartel en la farola (dejà vu, ayer tb estaba... con el mismo cartel ¿? que raros son los mexicanos...). Sigo corriendo, mas bien patinando por los soportales que están fregando, sorteo a los coches y autobuses que quieren matarme y por fin llego a la parada (si se puede llamar así, porque no hay nada que lo indique, aunque si tienes suerte puedes cogerlo en cualquier momento). Espero el autobús número cuatro, pero ¡sorpresa! hay varios números cuatro ¿cómo? sip, el cuatro no siempre te lleva al mismo sitio, yo para confirmar siempre pregunto (ya me perdí una vez...). Subo, pago (difícilmente porque arranca a toda ostia) y me siento entre mugre y olores sospechosos y cuando llego al semáforo que más cerca me queda del trabajo le digo que me dejen bajar (tampoco hay parada, sólo me arrojan en medio de la carretera).
Firmo en la entrada y ala, a aguantar cuatro horas en la tele local (que tampoco tiene desperdicio, lo dejo para otro post ;D).
Empieza el día...
1 comentario:
Oh! Dios! A mi también me gusta estar viva!
Aunque sólo lo esté dentro de mi cascarón.... poco a poco, no?
Muá
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